sábado, 22 de mayo de 2010

Lobos feroces


Junto a la barra, casi en penumbras, se acodan los lobos feroces reluciendo sus blancos dientes puntiagudos. Siempre aferrados a su whisky o a una copa de alcohol, miran pasar la noche vacía.
Ya saben que no hay mucho que cazar; abuelitas con sabor a nuevo perfume importado o cansadas lobas con camperas de corderito.
Aúllan rompiendo corazones y sueñan con lunas mejores, con la ternura que perdieron.
Caperucita ya no sale en las noches, no busca respuesta en las estrellas, ni la suerte de un cometa fugaz.